Capítulo 38

Listo tributos, espero que disfrutéis el capítulo de hoy :)


Soy el primero en llegar junto al chico del distrito 3 y los demás no tardan en seguirme, aunque seguro que por una razón muy distinta a la de ayudarle. En cuanto nos ve, sus ojos verdes se abren en una expresión de infinito terror y creo que intenta retroceder pero parece que es presa de unas incontroladas convulsiones.

-No me matéis.-Consigue decir.-Yo sé hacer cosas, mi mentor me enseñó. Puedo proteger vuestras provisiones con las minas que usan para que no salgamos del círculo, en casa trabajaba en la fábrica de bombas...No me matéis.

Después de esto, se derrumba exhausto y suelta otro gemido de dolor. Miro a los profesionales y veo que algunos están dudando sobre si el chico dice la verdad. Tener las minas protegiendo las cosas de la Cornucopia es una gran ventaja y una genial oportunidad.

-¿Cómo va a ayudarnos si está medio muerto?-Pregunta Marvel en voz alta.

Miro al chico y me doy cuenta de que tiene la pierna en tensión, creo que es lo que le duele. Le levanto la pernera del pantalón y veo que tiene algo que parecen espinas clavadas en la pantorrilla y alrededor de ellas la piel se le ha puesto de color rojo intenso.

-¿Qué te ha pasado?-le digo al chico esperando que me pueda contestar.

-Yo...la trampa la hice yo.-Murmura con sus últimas fuerzas.-La dejé caer justo cuando la serpiente pasaba por debajo de ella, para salvarnos. No me ha mordido pero me ha rozado con su piel...

El chico está haciendo un enorme esfuerzo por hablar y creo que sabe que es para salvar su vida. Tal vez pueda sobrevivir al veneno, pero no a los profesionales. Debe ponerles de su parte y eso solo lo va a conseguir hablando.

Examino su herida con más detenimiento y me doy cuenta de que lo que el chico tiene clavado no son espinas, son escamas. Abro mi mochila en busca del botiquín que llevamos todos encima y saco unas pinzas.

-¿Qué se supone que haces?-Inquiere Cato.

Le miro con decisión a los ojos y le respondo friamente:

-Ya le has oído. Aparte de que él nos ha salvado de la serpiente sabe como hacer funcionar de nuevo las minas, hay que curarle.

Cato me mira con una mueca de odio y Kaitylin interviene:

-Peeta tiene razón. Ganaremos mucho si no tenemos que preocuparnos de que alguien robe las provisiones.

Dicho esto, ella se arrodilla a mi lado y antes de que nadie pueda objetar nada, me quita las pinzas de las manos y procede a extraerle las espinas al chico de la piel. La dejo hacer a ella y yo me dedico a iluminarla con mi linterna. Sé que Cato no está contento, su primera y única opción es siempre matar a cualquier ser viviente. Los demás no ponen objeciones a que el chico se quede, al fin y al cabo, si miente, siempre hay tiempo para matarle. Igual que a mi.

Cuando Kaitylin ha quitado todas las escamas, presiona su boca sobre la herida y succiona el veneno mezclado con la sangre, del que procura no tragar nada y escupe a un lado con muecas de asco. Cuando está segura de que ya no queda más en las venas, echa una crema que teníamos en el botiquín que no tengo ni idea de para que sirve y venda la herida.

Las convulsiones del chico parecen haber disminuido y también el dolor que sentía porque ahora parece que ha recuperado algo el color, no está tan blanco.

-¿Crees que puedes andar?-Le pregunta Kaitylin.

El chico asiente ¿Qué otra opción le queda? Le ayudamos a levantarle y con ayuda puede andar, pero muy despacio.

Decidimos regresar al campamento. Se me ocurre pensar que los Vigilantes no deben de estar muy contentos. Enviaron a la serpiente con intención de que eliminara a un par de nosotros pero la hemos matado. Además, esa ha sido la única muerte ultimamente y al primer tributo con el que nos encontramos, decidimos salvarle la vida. Seguro que no tardarán mucho más en provocar otro encuentro.

Los rayos del sol empiezan a despuntar por el horizonte cuando llegamos al campamento. Cato, Clove, Glimmer y Marvel deciden volver al bosque a poner algunas trampas como la que usó el chico del 3 para atrapar a la serpiente, esta vez en versión más grande y usarlas para cazar tributos. Nos quedamos Kaitylin y yo junto con el chico, que nos confiesa que de llama Andrew. Le pregunto si hay algo que yo pueda hacer para irle facilitando al trabajo que tiene que hacer y me pide que vaya haciendo una montaña de provisiones cerca de la Cornucopia.

Es lo que hago y después de que Kaitylin ponga a Andrew otra capa de la pomada que según me cuenta sirve para contrarrestar el veneno y evitar la infección, ella también me ayuda a apilar. Andrew se queda recuperándose. Mientras reordenamos todo, vamos comiendo unas galletitas saladas para contrarrestar el hambre.

Los demás no tardan demasiado en aparecer y con su ayuda extra, no tardamos mucho más en hacer la pirámide. Andrew nos pide que la cubramos con una de las redes que han usado en las trampas para evitar desperfectos y nos dice que nuestro trabajo ya ha terminado, ahora le toca a él ponerse manos a la obra.

Nos vamos a dormir y yo decido hacer el primer turno porque no tengo mucho sueño. Ayudo a Andrew, que está mucho mejor, todo lo que puedo y desentierro las minas con infinito cuidado. Él las reactiva manipulando los cables y las recoloca alrededor de la pirámide. Parece que sabe lo que se hace, porque según él, cada mina debe ocupar un lugar específico, así se asegura de que si alguien pisa una, solo explotará esa y no las de alrededor. Deja un sendero libre de peligro para acceder a las provisiones que marca con cruces que pinta en el suelo porque es fácil que pasen inadvertidas.

Al cabo de una hora más o menos, despierto a Glimmer para que vigile y me voy a dormir. Como siempre, mi último pensamiento es para Katniss y para desear que esté bien. Hoy, el cansancio me puede y mi cerebro me regala un sueño sin pesadillas.