Capítulo 55

Disfrutadlo ;)

El tiempo no mejora en todo el día siguiente. La lluvia cae más intensamente que nunca y nos hemos quedado sin comida, con lo que los dos estamos hambrientos y mojados. La humedad se nos ha metido en los huesos y por mucho que nos acurruquemos dentro del saco, el frío no se va del todo. La pierna me está empezando a doler de nuevo, probablemente por las pésimas condiciones climáticas, pero no le digo nada a Katniss para no preocuparla.

-Peeta.-Me llama mi aliada cuando cae la tarde.-En la entrevista dijiste que estás enamorado de mi desde que tienes uso de razón. ¿Cuándo empezó esa razón?

-Bueno, a ver...-Intento recordar y aquel día me viene a la cabeza, claro y preciso para haber ocurrido hace ya tantos años.-Supongo que el primer día de clase. Teníamos cinco años y tú llevabas un vestido de cuadros rojos y el pelo..., el pelo recogido en dos trenzas en lugar de una. Mi padre te señaló cuando esperábamos para ponernos en fila.

-¿Tu padre? ¿Por qué?

-Me dijo: ¿Ves a esa niñita? Quería casarme con su madre, pero ella huyó con un minero.

-¿Qué? Te lo estás inventando.-Acusa Katniss atónita.

-No, es cierto. Y yo pregunté “¿Un minero? ¿Por qué quería un minero si te tenía a ti?” Y el respondió “Porque cuando el canta...hasta los pájaros se detienen a escuchar”

-Eso es verdad, lo hacen. Es decir, lo hacían.

La voz del padre de Katniss era maravillosa. Solo una vez le oí cantar, una balada sobre un árbol del ahorcado, y recuerdo que todos los pájaros de alrededor guardaban silencio. Cuando le escuché, pensé que no era raro que su madre no hubiera elegido a mi padre. Él no sabe cantar, de hecho, no creo que sepa hacer nada especial aparte de hornear pan para que esté crujiente por fuera y tierno por dentro. Pensar en él hace que le eche mucho de menos, y también a mi madre y a mis hermanos. Nunca había pasado tanto tiempo alejado de mi familia.

-Así que, ese día, en la clase de música-Continúo.-la maestra preguntó quién se sabía la canción del valle. Tú levantaste la mano como una bala. Ella te puso de pie sobre un taburete y te hizo cantarla para nosotros. Te juro que los pájaros de fuera se callaron.

Su voz aún me llega cristalina y melodiosa cuando lo recuerdo. Hasta ese momento no había puesto demasiado interés en ella, pero cuando cantó, una sensación cálida se instaló en mi pecho y todavía hoy lo sigo sintiendo. Creo que es la única vez que la he oído cantar, tengo que pedirle que lo haga otra vez. Aunque sé que ya no lo hace más, no desde la muerte de su padre. Es comprensible.

-Venga ya.-Se ríe ella.

-No, de verdad. Y, justo cuando terminó la canción, lo supe: estaba perdido, igual que tu madre. Después, durante los once años siguientes, intenté reunir el valor suficiente para hablar contigo.

-Sin mucho éxito.

-Sin mucho éxito.-Coincido.-Así que, en cierto modo, el que saliese mi nombre en la cosecha fue un golpe de buena suerte.

Ella se queda un rato dubitativa, sin comentar nada. Espero a que diga algo y al final murmura:

-Tienes una...memoria asombrosa.

Sonrío.

-Lo recuerdo todo sobre ti. Eras la única que no se daba cuenta.-Pienso en Delly. Ella fue la primera en enterarse, el mismo día que oí a Katniss cantar. Los dos regresábamos a casa juntos, pues no quedaba lejos del colegio, y me quedé mirando a la chica que cantaba tan bien (creo que aún no sabía ni su nombre). Estaba dudando entre ir a preguntárselo o no cuando Delly me miró y me preguntó sin cortarse: “¿Te gusta?”. “No, que asco”. Respondí yo con la inocencia de niño pequeño. Sin embargo, no convencí a Delly, y aunque nunca me lo volvió a preguntar, ella lo sabía y yo sabía que lo sabía. No me equivocaba.

-Ahora si que me doy cuenta.-Apunta Katniss.

-Bueno, es que aquí no tengo mucha competencia.

-No tienes mucha competencia en ninguna parte.-Susurra al tiempo que se acerca a mi.

Oigo esas palabras salir de su boca y ni se me ocurre pensar que no son propias de ella, pues tal vez son demasiado románticas y algo falsas, pero cuando me besa, mi cabeza se embotona y dejo de pensar.

El beso apenas dura, pues afuera oímos un estruendo que suena como si un rayo acabase de caer a unos metros de nosotros. Me levanto y salgo afuera, quedando empapado de pies a cabeza. Entro de nuevo, chorreando, pero mostrando algo en la mano. Es un paracaídas plateado, que lleva atado un gran paquete. Lo abrimos ansiosos y dentro encontramos todo un banquete de manjares del Capitolio que hacen que se nos haga la boca agua.

-Supongo que Haymitch se ha hartado de vernos morir de hambre.-Comento feliz.

-Supongo.-Dice Katniss distraída.