Capítulo 47

Os digo lo de siempre, disfrutad ;)

Katniss me deja dormir un poco, pero antes de lo que me gustaría, me despierta con un toque en el hombro. Creo que es el despertar más dulce que he tenido en lo que llevamos de juegos, así que no me molesta cuando ella me dice que tenemos que irnos de aquí para buscar un lugar en el que poder escondernos.

Después de vestirme, Katniss me ayuda a levantarme y al apoyar el peso sobre la pierna herida, estoy a punto de desmayarme de dolor, pero unos brazos me sostienen con fiermeza.

-Vamos, puedes hacerlo.-Me anima Katniss.

Le hago caso y me obligo a creerme sus palabras. Paso a paso, avanzamos unos cincuenta metros, pero por mucho que quiera, ya no puedo más y resbalo hasta el suelo como un peso muerto. Katniss me ayuda a sentarme y me intenta tranquilizar, pero ahora tengo muy claro que soy una molestia para ella, ni siquiera puedo andar. Me quedo con la cabeza entre las rodillas, como si fuera un niño pequeño.

-Vamos, Peeta, un último esfuerzo, creo que he encontrado un buen sitio.

Vuelvo a levantarme con mucho más esfuerzo que la última vez y me dejo guiar por Katniss sin apenas ver por donde voy. Entreveo como pasamos por la entrada de una cueva y después mi aliada me hace tumbarme y me mete en el saco de dormir. Mejor, porque estoy temblando y tengo mucho frío. Tengo que tomarme otras dos píldoras para la fiebre y aunque ella me lo pide, no soy capaz de comer nada.

Está anocheciendo y Katniss se dedica a camuflar la entrada de la cueva. Al final, no queda bien y acaba frustrada, destrozando todos sus progresos.

-Katniss.-La llamo para distraerla. Ella se gira hacia mi y me mira con sus preciosos ojos grises.-Gracias por encontrarme.

-Tú lo habrías hecho de haber sido al contrario.-Responde directamente.

Sí, yo lo habría hecho sin dudar, pero ¿lo sabe ella? ¿O lo ha dicho por decir y sigue fingiendo? No me preocupo mucho, en estos momentos tengo cosas más importantes en las que pensar en las que no entra analizar si nuestro amor es real o no. Además, sea lo que sea, es mucho más de lo que habría podido soñar hace unos días. Decido decir ahora algo que me lleva preocupando todo el día y que es una de las razones por las que no me apetece comer.

-Mira, Katniss, si no regreso...-Empiezo. Ella tiene que aceptar la posibilidad de que yo muera antes de que finalicen los juegos.

-No digas eso, no he sacado todo ese pus para nada.-Corta ella.

-Lo sé, pero por si acaso...

-No, Peeta, no siquiera quiero hablar del tema.-Insiste, y me pone los dedos en los labios para impedirme seguir hablando.

-Pero...-Yo intento continuar, pero hay algo que me lo impide.

El beso viene tan de repente que no me da tiempo a prepararme, ni siquiera me lo esperaba. Cuando nuestros labios se rozan, mi corazón late tan desbocado que creo que se va a salir del pecho. Había imaginado tantas veces con este momento, que ahora que ha llegado, no termino de creérmelo, es como si estuviese dentro de un maravilloso sueño y temo despertar. Pero no lo hago. Aparte de la fiebre, del dolor de la pierna y de mi magullado cuerpo, este es el momento más feliz de mi vida.

Finalmente, ella se separa de mi porque yo habría sido incapaz, podría haberme quedado así para siempre.

-No te vas a morir. Te lo prohíbo ¿vale?-Me dice.

-Vale.-Me veo incapaz de decir nada más.

Katniss sale fuera de la cueva y yo me quedo solo con mis reflexiones. Ha sido mi primer beso. Supongo que no me han faltado oportunidades antes, pero yo desde siempre solo he tenido ojos para Katniss y de alguna manera, es como si me estuviera reservando para ella, porque nunca he sido capaz de imaginarme con otra persona. Me pregunto si también habrá sido su primer beso. Me imagino que no y me acuerdo de su novio, Gale. ¿Qué estará pensando al vernos en la televisión? Ni lo sé ni me importa.

Acabo durmiéndome, estoy demasiado cansado. Otro beso me despierta y esta vez, los fríos labios de Katniss tienen un sabor diferente a la primera vez. No creo que nunca me canse de ella.

-¡Peeta! ¡Mira lo que te ha enviado Haymitch!-Me dice alegremente.

Es una olla de sopa, y estoy tan feliz, que me la tomo enterita.