Capítulo 22

Tributos, siento no haberos puesto antes este capítulo, pero es que ayer fui a ver el preestreno de la peli y hoy he ido al estreno, pero no os cuento nada porque sé que algunos no la habéis visto, luego si eso hago una entrada especial :D

Por la mañana, aparece mi equipo de preparación. Éllebron está tan misterioso como siempre y me sonríe cuando me ve mientras me da los buenos días. Gerton me saluda con un alegre gruñido que debe de haber ensayado bastante porque parece muy real. Briga sigue siendo la que mejor me cae, sus verdes cabellos ondean a su espalda y me ha traído una palmera de chocolate porque no tengo tiempo ni de desayunar antes de que todos se pongan en faena.

No hacen nada muy diferente a lo de la última vez, lo único que esta vez me pintan extraños dibujos de colores negro y rojo en la piel. Me fascina tanto, que acabo pidiéndole las pinturas a Briga y le pido permiso para trazar yo algún dibujo. Al final, mi obra les deja tan fascinados, que me tengo que explicarle a Éllebron el procedimiento que he seguido para que lo pueda copiar.

Gerton se ocupa de mi pelo. Cabría esperar que alguien que tiene el cabello tan alborotado como él no tuviese mucha idea, pero me pone mechas rojas y naranjas, me pringa el pelo con una sustancia brillante y cuando acaba, parece que tengo el pelo envuelto en llamas.

Se me hace muy raro cuando Briga empieza a maquillarme, ya que pensaba que era algo para chicas, pero tan solo me hecha una base de maquillaje para tapar las ojeras, algo de iluminador y me pinta los ojos con delineador dorado, como el de Cinna.

Finalmente entra Portia con mi traje y me lo pongo con cuidado de no arrugarlo mucho. Es negro, con adornos de llamas. Me gusta enseguida, ya que es elegante a la par que cómodo y me queda como un guante.

Portia echa al equipo de preparación de la habitación y nos quedamos solos. Me dirige la misma mirada de pena del otro día, pero intenta sonreír. No lo consigue y su sonrisa se torna en una extraña mueca. Por un momento creo que se va a echar a llorar, pero se vuelve seria y me dice

-Necesito saber qué es lo que te vas a llevar a la arena.

Reflexiono un momento porque no había pensado en ello. Lo único que me llevé de mi distrito fueron la canica y los dibujos. Me acerco al cajón de la mesilla y los saco. Supongo que me llevaré la bolita naranja, pero no me siento capaz de dejar aquí los dibujos, sobre todo porque traerlos fue el último regalo de mi padre, me gustaría llevarme al menos uno de ellos.

-No puedo elegir qué llevarme. Porque supongo que no me puedo llevar dos cosas ¿no?-Le digo a Portia.

Ella niega con la cabeza y se queda pensativa mirando lo que sostengo en las manos hasta que su cara se ilumina con una sonrisa.

-¡Tengo una idea! -Anuncia misteriosamente.-Elige uno de los dibujos.

No tengo que pensarme el dibujo que quiero llevarme. Es el que muestra a Katniss sosteniendo con cuidado el diente de león, como si en cualquier momento se fuera a deshacer en sus manos. Su cara muestra una intensa expresión de alivio y dos brillantes lágrimas asoman de sus ojos. Este es, de lejos, mi favorito aunque no se por qué. Siempre me ha gustado pensar que cuando Katniss recogió la diminuta flor estaba pensando en mi, ya que en el momento antes nuestras miradas se cruzaron.

Se lo enseño a Portia y esta vez no puede contener un par de sollozos.

-Es precioso-Susurra.-Necesito que me lo dejes, y también la canica.

Se lo doy todo y ella se lo guarda en su bolso con infinito cuidado.

-¿Qué es lo que vas a hacer?-Pregunto.

-Prefiero que sea una sorpresa.-Dice y después suelta una de sus características risas de niña pequeña, que no es tan musical como las de antes, pero aún así me alegra ver que mi desgracia no la afecta tanto como antes.

-Vamos, tenemos que irnos ya.-Me apremia.

Llegamos al ascensor y Katniss y su equipo aún no están preparados, así que tenemos que esperar. No tardan mucho en aparecer y ver a Katniss me deja sin aliento. Está radiante con un vestido rojo con multitud de piedras preciosas que parecen llamas, lademás leva purpurina por todo su cuerpo de tal manera que al andar su piel suelta brillos plateados. Me doy cuenta de que me he quedado mirándola embobado así que bajo la cabeza rápidamente, aunque ella no parece haberse dado cuenta, está ocupada intentando ignorar a Haymitch.

Bajamos en el ascensor con los demás tributos y justo antes de que nos vayamos a sentar en nuestros asientos, Haymitch nos previene de seguir comportándonos como una pareja feliz. Lo ha dicho en plural, pero sé que sobre todo se dirige a Katniss, no quiere que estropee nuestro plan. Ocupo la última silla, ya que esta vez el chico va el último e intento concentrarme en los demás tributos, pero me resulta difícil ya que las piedras brillantes del vestido de Katniss no paran de distraerme.