Capítulo 71

¡Hola! Siento no haber subido capítulo estos dos últimos días, pero este ya es el último que voy a escribir de Los Juegos del Hambre. Os pido que me dejéis un par de días para releerme En Llamas y luego también escribiré este versión Peeta.
Por cierto, si alguien quiere que le pase todos los capítulos juntos en archivo de word para que no tengáis que andar mirando uno por uno, mandadme un correo a asilovepeeta@gmail.com y me los pedís por allí. Ahora, disfrutad ;)

Al perder de vista el Capitolio, voy a buscar a Katniss. La encuentro sentada en el vagón comedor junto con Effie y Haymitch; están a punto de servir la cena. Me siento junto a Katniss que sigue vestida con el traje rosa de la entrevista y le dedico una cálida sonrisa; pero ella parece estar distraída, al contrario de Effie que no cesa de parlotear. Un avox me pone un humeante plato de estofado delante, no sé de que es, pero está tan delicioso como siempre. Acabamos con una rica tarta de limón que se deshace en la boca.

Katniss pide disculpas y se marcha a su compartimento. Yo también me marcho al mío; me quito la camisa y los pantalones y me pongo un cómodo chándal oscuro. Tengo que esforzarme por meter la pernera izquierda del pantalón por la pierna de metal, es la primera vez que me visto solo y no estoy acostumbrado.

Antes del volver al comedor, me miro al espejo. Los días en la arena bajo el sol me han tostado la piel y mis ojos azules relucen bajo las ondas de pelo rubio que me caen sobre la frente. Me aparto el flequillo, este está más largo que de costumbre, tenía que haberle pedido a los estilistas que lo recortasen un poco. También me doy cuenta de otra cosa, hay algo diferente en mi que no estaba antes de haber salido elegido en la cosecha. El sufrimiento pasado se ha cobrado su precio, es un cambio sutil, pero el peso que llevo en el corazón se me refleja en el rostro; he perdido lo que quedaba de mi niñez, los juegos me han echo madurar, también eso se lo han llevado.

Reprimiendo un suspiro salgo de mi compartimento y me reúno con Effie y Haymitch, el cuál ya tiene una copa de licor en la mano. Creo que ahora le entiendo mejor, si yo no tuviera a Katniss, no sé si pudiera todo esto solo. Ella llega un rato después, se ha recogido el pelo en una trenza y tiene el mismo aspecto que siempre. Le paso el brazo por los hombros, ahora es cuando más necesitamos estar juntos.

El tren hace una pausa para repostar y salimos fuera para respirar aire fresco. El cielo está cuajado de estrellas brillantes y la luna está llena. Caminamos siguiendo la vía del tren; recojo entonces un ramo de flores rosas y blancas y se lo ofrezco a Katniss. Esperaba que ella sonriese, pero en lugar se eso parece a punto de llorar.

-¿Qué pasa?-Pregunto.

-Nada.

Seguimos caminando otro rato hasta dejar el tren atrás. Oímos unos pasos detrás de nosotros y vemos que Haymitch se nos acerca.

-Gran trabajo, chicos.-Nos susurra.-Seguid así en el distrito hasta que se vayan las cámaras y todo irá bien.

Dicho esto, se aleja sin dar más explicaciones.

-¿De qué habla?-Le inquiero a Katniss.

-Del Capitolio, no les gustó nuestro truco de las bayas.

-¿Qué? ¿Qué quieres decir?-Suelto su mano e intento distinguir su rostro con las tenues luces que llegan del tren.

-Parecía demasiado rebelde, así que Haymitch me ha estado ayudando estos días para que no lo empeorase.-Confiesa.

-¿Ayudándote? Pero a mí no.

-Él sabía que eras lo bastante listo para hacerlo bien.

-No sabía que hubiese que hacer algo bien.-Digo alzando el tono de voz, no me gusta el rumbo que está tomando la conversación.-Entonces, ¿me estás diciendo que lo de estos últimos días y, supongo..., lo del estadio..., no era más que una estrategia que habíais diseñado?

-No. Es decir, ni siquiera podía hablar con él en el estadio ¿no?-Al decir esto, Katniss baja la mirada y se muerde el labio inferior. Sigue sin saber mentir.

-Pero sabías lo que quería que hicieses, ¿verdad? Fue todo por los juegos. Una actuación.-Noto como un nudo se me forma en la garganta y tengo que aguantar las lágrimas. Aún no me creo que esté pasando esto, estaba tan convencido de que lo nuestro era...real.

-¡No todo!-Exclama ella mirándome a los ojos esta vez, pero yo ya no puedo creerla.

-Entonces, ¿cuánto? No, olvídalo, supongo que la verdadera pregunta es qué quedará cuando lleguemos a casa.

-No lo sé.-Murmura.

Espero a que diga algo más; pero se queda callada aferrando las flores que le di hace un momento.

-Pues explícamelo cuando lo sepas.

Vuelvo al tren, al principio ando tranquilo; pero cuando estoy seguro de que Katniss ya no me puede ver, corro con todas mis fuerzas y entro en mi compartimento dando un portazo. La carrera me ha echo sudar y respiro apresurado. Entro en el baño y me lavo la cara, así aprovecho también para limpiarme las lágrimas que me corren por las mejillas sin permiso. Me obligo a mi mismo a dejar de llorar y la tristeza se transforma el rabia. Pateo una silla que cae al suelo con un estruendo y sigo desahogándome con el mueble hasta que me derrumbo exhausto sobre la cama. Noto entonces un bulto en mi bolsillo y saco los dibujos de Katniss a los que en este momento ya no les veo ningún sentido. Abro la ventana, el tren ya se ha puesto en movimiento y el frío viento me azota la cara. Con las últimas fuerzas que me quedan, rompo los dibujos en mil pedazos y los arrojo fuera; estos se quedan flotando un momento delante de mi y seguidamente caen al suelo revoloteando como copos de nieve que se pierden en la noche. Me planteo tirar también la canica, pero mis dedos se aferran a ella y se niegan a soltarla. Querría odiar a Katniss, odiarla por haberme utilizado, pero simplemente no puedo. Vuelvo a llorar y acabo tumbado en el suelo en posición fetal, ojalá hubiera muerto en la arena. Una parte de mi me dice que tengo problemas más serios, que ahora el Capitolio piensa que somos unos rebeldes, pero eso a mi no me importa. Mi mundo siempre ha sido Katniss, fue ella la razón por la que desperté de la muerte, porque ella me quería...pero ahora sé que no es así.

Me acabo quedando sin fuerzas y cierro los ojos hinchados para poder dormir y olvidarme de esto aunque sea por unas horas.

Despierto con todo el cuerpo dolorido, he dormido en el suelo. Los echos ocurridos la noche anterior vuelven a mi memoria, pero ya no siento ni tristeza ni dolor, la mañana me ha traído un regalo: una total indiferencia.

Me ducho como si tal cosa y me cambio de ropa, una camiseta verde y vaqueros. Aún es pronto, por el color del cielo intuyo que acaba de amanecer. Voy al comedor esperando que esté vacío pero Haymitch ya está allí, con su habitual copa de licor. Al verle, debería sentir odio, pero la verdad es que también me da igual. Le ignoro completamente y me sirvo un buen tazón de chocolate caliente y un bocadillo de jamón con queso. Me siento a la mesa y mi antiguo mentor me mira de arriba a abajo.

-Así que Katniss ya te lo ha confesado todo ¿me equivoco?

-No, no te equivocas.-Respondo secamente.

No quiero que me siga haciendo más preguntas, así que pongo mi desayuno en una bandeja y me lo llevo a mi habitación. Se me ha quitado el apetito, así que dejo el bocadillo a medias y me bebo solo el chocolate.

No salgo de aquí hasta que viene Effie para informarme de que ya estamos llegando. Vuelvo al comedor y allí está Katniss, la saludo con un gesto de la cabeza y nos quedamos en silencio. Poco a poco, entramos en nuestra estación donde todo está lleno de cámaras y de gente de la que me siento muy distante en este momento. Alargo mi mano hacia Katniss a la vez que pregunto:

-¿Una última vez? ¿Para la audiencia?

Sin decir palabra, ella me la acepta con fuerza y me entran ganas de decirle que no se vuelva a separar de mi; pero si todavía la quiero, aunque sea un poco, sé que lo mejor que puedo hacer es permitir que se aleje de mi y dejar que vuele libre como un sinsajo.

FIN DEL PRIMER LIBRO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE PEETA