Capítulo 68

Disfrutadlo ;)

El sonido de la puerta abriéndose me despierta. Abro los ojos perezosamente y una intensa luz celeste me deslumbra. Una vez acostumbrado, me doy cuenta de que es el nuevo pelo de Portia, ahora lo tiene más largo y liso. Además, lo tiene decorado con lo que creo que son pequeñas mariposas doradas hasta que se acerca y veo que en realidad son sinsajos, como el del broche de Katniss.

-¡Peeta! ¡Qué alegría verte! ¿Qué tal te encuentras?

Contesto con un leve “bien” mientas ella me abraza. Huele muy bien, como siempre, esta vez a fresas. Su perfume hace desaparecer el intenso olor al desinfectantes y medicamentos que hay siempre en esta habitación.

-Si te soy sincera, hubo momentos en los que pensé que no te iba a volver a ver, cuando Cato te dio esa cuchillada, me dije a mi misma: “será mejor que abandone mis esperanzas”. Luego anunciaron el cambio en las normas y te juro que casi me atraganto con los cereales que estaba comiendo...

Portia sigue parloteando mientras me ayuda a ponerme un sencillo chándal verde, pero dejo de escucharla y me dedico a asentir ocasionalmente con la cabeza. Me ayuda a levantarme de la cama y consigo andar por mi mismo usando el bastón. Salimos a una habitación espaciosa y antes de llegar al ascensor nos encontramos con Haymitch y Effie.

-Peeta, ya sabía yo que lo conseguiríais.-Murmura Effie llorosa cuando la abrazo.

Haymitch me da la mano y me felicita por mis progresos.

-¿Dónde está Katniss?-Pregunto sin rodeos.-Pensaba que iba a estar aquí.

-Acaba de subir con Cinna.-Contesta Haymitch.-Quieren que os reencontréis en directo.

La verdad es que tenía ilusión de verla ahora después de tanto tiempo separados y me disgusta tener que esperar más.

-Vamos Peeta.

Portia me agarra del hombro, se despide de los demás y me conduce al ascensor. Continúa con su anterior charla y casi me siento aliviado cuando llegamos a la habitual sala de preparación donde nos espera el resto de mi equipo. Están los tres exactamente igual que como los recordaba: Gerton con sus colmillos, Éllebron con sus ojos rojos y Briga con su aspecto de sirena. Ella es la única que parece alegrarse de verme, me abraza en cuanto me ve y descubro que su piel es resbaladiza, como si acabara de salir del agua. Gerton me dedica un gruñido amistoso y Éllebron me aconseja ponerme lentillas doradas porque pegan con el tono de piel.

Durante las próximas dos horas más o menos estoy en sus manos, se dedican a retoquearme entero: me cortan el pelo, me maquillan y me dibujan tatuajes por los brazos. Durante todo este rato no se callan ni un momento y acabo con dolor de cabeza. Tengo suerte, creo que interpretan mi silencio no como una falta de interés, si no como un síntoma que me hayan dejado los juegos. He visto a los demás tributos ganadores en la tele suficientes años como para saber que la mayoría acaban tan traumatizados que no pueden ni hablar.

Por fin acaban conmigo y se van para dejarme a solas con Portia. Ella me tiende una camisa amarilla de seda muy suave, unos pantalones negros y pesadas botas del mismo color con las que me siento seguro de no caerme.

-¿Te sientes a gusto?-Me pregunta antes de marcharnos.

Asiento con la cabeza, la verdad es que es lo más a gusto que he estado en mucho tiempo. La camisa tiene la extraña cualidad de que cuando me muevo, lanza destellos anaranjados y amarillentos de tal forma que recuerda a la luz de una vela.

Portia me lleva a la plataforma por donde subiré al escenario y se marcha para ocupar su asiento entre el público. Ya se oyen los vítores de la multitud y me imagino a Caesar introduciéndonos. La verdad es que estoy algo nervioso, sobre todo por reencontrarme con Katniss. Me pregunto si ella sabe lo de mi pierna de metal y qué le parecerá.

Al fin, la plataforma de metal empieza a ascender y me recuerda demasiado a la plataforma que conducía a la arena. El rugido de la multitud se hace más intenso y las luces del escenario me deslumbran por un momento. Luego veo a Katniss, totalmente preciosa con el pelo suelto y también vestida de amarillo. Corro hacia ella sin pensar en nada más.