En Llamas: Capítulo 5

¡Hola tributos! ¿Qué tal? ¿Deprimidos por qué ya es Septiembre? Bueno, no pasa nada, yo también lo estoy :P Os dejo con el capítulo :)

Salgo por la puerta y apenas veo lo que hay a mi alrededor. Está nevando con mucha más intensidad y lo único que distingo es un velo blanco que oculta todo lo demás. Entonces miro hacia la casa de Katniss y descubro un pelo naranja chillón que debe estar unido a la cabeza de Effie.

Una figura se acerca deprisa hacia a mi, apenas visible porque va vestida de blanco. Hasta que no está a unos metros de mi, no distingo que es Katniss enteramente recubierta de pieles. Abro los brazos para recibirla y ella se abalanza sobre mi, rodéandome el cuello. El impacto me hace trastabillar hacia atrás y, debido a la pierna artificial, no soy capaz de recuperar el equilibrio y caemos sobre blando manto de nieve. La cara de Katniss está parcialmente cubierta por una bufanda roja. Se la aparto con suavidad y unas nubecillas de vaho se escapan de su boca. Hacemos lo que los dos sabemos que debemos hacer: nos besamos. A diferencia de los otros besos que hemos compartido, este no tiene nada de especial, lo único que provoca en mi es una inmensa tristeza. Aún así, me gustaría transmitirle a Katniss que yo aún sigo aquí, luchando por ella.

Al final es Effie quien nos obliga a levantarnos alegando que “vamos muy muy mal de tiempo”. Es la primera vez que la veo ataviada con su nueva peluca y tengo que aguantarme las ganas de echarme a reír, creo que es el color más ridículo que ha llevado.

Nos conducen a la estación y montamos en el tren, no nos demoramos con las despedidas. Miro por la ventanilla como nos alejamos del distrito 12 que, cubierto de nieve, casi parece un lugar agradable. Cuando lo único que distingo es una gran llanura blanca, me reúno con los demás para la cena. Esta resulta bastante incómoda, no sé como debo tratar a Katniss cuando no hay cámaras delante y acabo adoptando la misma actitud que estos últimos meses: fría cordialidad.

Al final termino hablando con Cinna, el estilista de Katniss, que me cuenta cómo están las cosas en el Capitolio desde ganamos los juegos. Al terminar, me doy prisa en regresar a mi vagón privado, me apetece estar solo. Me visto con un suave pijama azul de franela, muy suave y calentito, y me meto en la cama bajo una ligera colcha.

Cierro lo ojos intentando dormir, pero no lo consigo y me quedo despierto, pensando. En un momento determinado, noto como el tren se detiene y se queda parado, me imagino que tienen que echar más combustible. A través de la puerta, oigo pasos. Pimero parecen de una persona y luego de dos. Intento escuchar algo, pero si están hablando, no distingo las palabras. Al rato, los pasos se extinguen y reconozco lo que parece la compuerta del tren abriéndose de golpe. Salgo de la cama y me asomo por la ventana, a través de un pliegue de la cortina para que no se me vea desde fuera. La luz del tren alumbra a dos siluetas que reconozco rápido: son Katniss y Haymitch. Veo como estos se alejan del tren y me digo a mi mismo que no está bien espiar, pero no me aparto de la ventana. Me pregunto a donde irán y de qué estarán hablando. Esta amistad tan íntima y el hecho de que me dejen fuera del grupo la mitad de las veces me está empezando a cabrear.

Me quedo mirando los relucientes copos de nieve que revolotean en la oscuridad hasta que regresan las dos siluetas. Antes de que se metan de nuevo en el tren, el viento me trae las palabras de Haymitch:

-Podría ser mucho peor, ya lo sabes.

¿Qué podría ser mucho peor? ¿Y peor que qué? Vuelvo a la cama con estas preguntas rondándome la cabeza y oigo más pasos a través de la puerta. Luego, silencio.